Las tareas domésticas se asocian a la repetición, rutina y aburrimiento, a la falta de creatividad.
Tanto es así que resulta habitual pensar en ellas como si fueran casi un castigo divino, un padecimiento
similar al de Sísifo, condenado a empujar una roca pesada hasta lo alto de una colina,
desde donde caía y Sísifo tenía que volver a comenzar. Pero la realidad de los quehaceres de la
casa no es tan áspera, pues, a pesar de su mala reputación, permiten el desarrollo de la creatividad
y son reconfortantes, ya que cuidan y mantienen limpio el espacio en el que vivimos.
Comer sano, mantener un orden, llevar ropa limpia, etc. nos hace más cómoda y placentera la
existencia.
Tanto es así que resulta habitual pensar en ellas como si fueran casi un castigo divino, un padecimiento
similar al de Sísifo, condenado a empujar una roca pesada hasta lo alto de una colina,
desde donde caía y Sísifo tenía que volver a comenzar. Pero la realidad de los quehaceres de la
casa no es tan áspera, pues, a pesar de su mala reputación, permiten el desarrollo de la creatividad
y son reconfortantes, ya que cuidan y mantienen limpio el espacio en el que vivimos.
Comer sano, mantener un orden, llevar ropa limpia, etc. nos hace más cómoda y placentera la
existencia.